domingo, 10 de abril de 2016

PARA ADRIÁN Y PARA HÉCTOR / PARA HÉCTOR Y ADRIÁN











Entre invierno y primavera
y con la luna en menguante,
marzo con marzas marceras
florece con dos infantes.

Estos dos niños mellizos
que han nacido en Santander,
son guapos, listos, rollizos…
y dispuestos a crecer.

Adrián que nació el primero
cuando miró hacia atrás,
oyó a un Héctor guerrero
que decía: ¿Dónde vas?

A decirle al abuelito
que es un tío muy cabal,
que nos haga un chupetito
de acero de La Naval.

No empieces Héctor, silencia,
que güelito ha madrugado
y aunque es hombre de ciencia
el “abu” ya es jubilado.

Es pequeño y ya apostilla
el Adrián, que es el mayor,
pero Héctor chilla y chilla,
pues nació más peleador.

Héctor ríe con su carita,
mientras dice “quero” “quero”,
que fabrique dos baberos
para él y la abuelita.

Y el sonajero le quita
y le tira la papilla,
y le mancha la toquilla
a su buena abuelita.

Así que ya escucho a Gloria,
que es mujer que mucho vale,
decir: ya basta de historias…
que voy a cambiar pañales.

Y cuenta con los dedillos
cuánto le sale así, al bies,
seis por día y dos chiquillos…
son unos cuantos eurillos,
¡casi la paga del mes!

Tezanos muy circunspecto,
mientras les hace unas mañas,
ya se imagina a los nietos
yendo con él de montaña.

Las mochilas, los bastones,
pasamontañas y botas,
y propina en ocasiones
cuando saquen buena nota.

Y como es ordenado,
nada deja al “tras la tran”
para Héctor, aquí a un lado
y en otro lo de Adrián.

Subirá a Pico Cordel
y adonde haya que subir,
para encontrar un concreto,
y él al lado de los nietos
y los dos nietos con él...
una historia han de escribir.

Pues harán de cosas ciento,
todo será rutilante,
os lo dice un adivino,
que hoy brinda con un vino,
afirmando muy garante
la realidad de este cuento.















Tinuco