Noviembre, nieve en los altos,
Noviembre, recemos juntos.
El uno, para los Santos
y el dos, para los Difuntos.
Con pena caen ya las hojas,
entre los vientos mecidas,
ayer inicio de vida,
hoy silenciosa mortaja.
De bronce una palmatoria,
con su llama temblorosa,
alumbra a una roja rosa
que es alma de la memoria
Y un tañido de campana,
que es como un crespón de luto,
pide silencio un minuto,
por el hoy, por el mañana.
Y en el cielo unos corvatos
graznan unos aleluyas.
Y las nubes hacen suyas
la firma de un garabato.
Y bautizan con su llanto,
a las impolutas lápidas
que en la eternidad dormidas,
oran con sagrado canto.
Y la noche echa el telón,
dando fin a lo que es cierto,
que los vivos y los muertos
viven su resurrección.
Tinuco