Cede ya su señorío
el Otoño, paso a paso,
invitando en su ocaso
al Invierno con sus fríos.
Sucumbe entre la hojarasca
de la caduca arboleda,
que en su final ya se atasca,
pues ni sabia ya le queda.
Se desvanece el paisaje
pintado en melancolía,
que entre esqueletos ramajes
van acortando los días.
Perdió el encanto y hechizo
entre la fecha de un bando,
con la lluvia y el granizo
que en nubes vienen graznando.
Lo impone su calendario,
que lleno de eternidades,
da fin a sus mocedades
en las cuentas de un rosario.
Es el Invierno que llega,
altivo, avasallador,
que necio y de mal humor
da su presencia y entrega.
Se lo anuncian los mechones
de la nieve blanqueadora,
que pulcra pero invasora
le muestra sus intenciones.
Pues con sus copos primeros
palidecen las colinas,
y, tiritan las altas cimas
al bailar con ventisqueros.
Ciclo de las estaciones,
credo de Naturaleza,
cisma de los aquilones
que en su existir rezan.
Es un momento de prueba
en el ciclo siempre eterno,
hora de entrar en la cueva…
porque ha llegado el Invierno.
Tinuco