Llegados a esa edad
donde partida y llegada
hacen un punto de alianza,
queda un último destello…
el RECUERDO, siempre bello
en su aura aquilatada.
Con sus sombras y sus soles.
donde aflora la presencia
de días de vino y rosas,
de juventud y de amor,
de ímpetu y de clamor
lleno de reminiscencias.
De un pasado que se fue
en los brazos de los vientos
para no volver jamás,
pero aunque ya fue vivido,
aún sigue hoy sostenido
dentro de nuestra conciencia…
Y es ahora en el presente
de nuestro caduco estar,
en que el recuerdo nos mima
y que zalamero alienta,
cuando en silencio nos cuenta
la existencia de un pasar.
Pues ya apagada la vela,
que el tiempo apagó soplando,
la cera ya derretida
sólo nos deja el consuelo
de sentir de nuevo el Cielo
cuando estamos recordando.
Todo se revaloriza,
al tenerlo atenazado
como reliquia sagrada,
porque es volver a vivir
y prolonga el existir
de nuestro mejor pasado.
En el recuerdo tenemos
pues todas nuestras pinturas
que no podemos borrar.
Las debemos mantener,
son parte de nuestro ser
que forma nuestra estructura
Deleitémonos con gloria
de esos momentos bellos
cuando ya nada más queda,
saboreando sin prisa
las lágrimas o las risas
de lo que fueron destellos.
Tinuco
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