miércoles, 3 de febrero de 2016

EL GRUMETE











Mi madre era mulata,
mi padre era un federal.
yo, teniente de fragata
que va y viene a Ultramar.

Es el son de su canción
cuando atraviesa los mares,
así libra al corazón
de tristezas y pesares.

En verdad es un grumete
que se mece en la ilusión,
mientras brega con los bretes
de un antiguo galeón.

Viene de servir al Rey
por tierras de Las Antillas,
partió desde Camaguey
con dirección a Comillas.

Ocultos en un pañuelo
tres doblones atesora,
que no cayeron del Cielo,
son el fruto de sus horas.

Y porta una caracola,
donde se puede escuchar
el batir que hacen las olas
cuando está tranquilo el mar.

Velada en la almilla,
con entusiasmo y rubor,
porta una gargantilla
para dársela a su amor.

Viene moreno y curtido
por el viento y por la sal,
pero trae añadido
experiencias en su aval.

Tareas que tuvo ciertas,
fue otear con avizor,
baldear bien la cubierta
y trepar al palo mayor.

Ayudando en la cocina,
dando pócima al enfermo
y si no, con un mal duermo,
patrullar en la sentina.

El cordelado maneja
y toda clase de aperos,
o plegar bien la cangreja
cuando aprieta el aguacero.

Al capitán darle el ron
cuando éste lo requería,
y prestar toda atención
que pide marinería.

Porque en el escalafón
de marino que navega,
el grumete es un botón
que ni a la camisa llega.

El último de la fila,
sólo a su sombra precede,
mas no se achanta, ni cede,
su lema es… ¡espabila!

Sabe que con capacidad
y cien viajes peregrinos,
él cambiará los destinos
que le darán mejor paz.

Y con años pertinentes
y con las misas del mar,
podrá llegar a teniente
y realizar este cantar.

Mi madre era una mulata,
mi padre era un federal
‘yo teniente de fragata
que va y viene a Ultramar’.

Tinuco

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