miércoles, 19 de noviembre de 2008

ALLA EN EL MONTE

Las nieblas de la colina,
las hojas secas del suelo,
el haya, el roble, la encina,
y hasta las nubes del cielo.

Son un entorno divino,
son un cuadro magistral,
son trocha, senda y camino,
regato y manantial.

Dónde las tardes calladas
y las mañanas de paz,
dan cobijo a la becada
y a la paloma torcaz.

Dónde la angosta "valleja"
o el paso estrecho entre escajos,
es lugar de comadrejas,
de milanos y de grajos.

Dónde la serena braña,
se mece en el Septentrión,
y el musgo de cada peña
marca huella y resbalón.


Donde el jabalí y el corzo
y la liebre saltarina,
el venado y el raposo,
acechan en cada esquina.

Y atusándose las greñas,
los lobos llaman aullando
a la luna, entre las peñas,
y a un búho que está mirando.

Y yo desde mi "casuca",
parece que lo estoy viendo,
me tapo con la "mantuca"
y así me quedo durmiendo.

Tinuco

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