martes, 15 de octubre de 2013

EL FARISEO













Con un sombrero de paño,
con un reloj de cadena,
y los aires de un mecenas,
camina con sus engaños.

De ébano lleva un bastón,
de marfil la empuñadura,
la cara… de caradura
y… pelos en el corazón.

De gris un traje impecable
con insignia en la solapa,
con el alma de culpable
y la bendición del Papa.

Con sus palabras melosas
y sus gestos calculados,
da limosnas generosas…
y así vende lo que ha dado.

Los Domingos… comunión,
cual cristiano muy devoto
y así hecha su oración…
la que echa en saco roto.

Sus culpas… que no las siente,
aunque sabe que es delito,
él finge que sigue el rito
y que Dios es inocente.

Y a la salida del templo,
en la pila bautismal,
lava allí todo su mal
y así se siente un ejemplo.

Le admira la sociedad
porque es todo un estamento.
Ignoran su dualidad
y el otro rostro del cuento.

No saben que cada día
con calculada violencia,
en nocturna alevosía
va corrompiendo conciencias.

Lo hace sin perder la calma,
sin que le tiemble la mano,
compra cuerpos, vende almas
y traiciona a sus hermanos.

Con locura solapada
va de mezquino y traidor,
convierte malo en peor…
¡y aquí no ha pasado nada!

¿Y además que va a pasar?
¿Quién se cruza en su camino?
si él con ruedas de molino
sabe muy bien comulgar.

Tinuco

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