domingo, 29 de abril de 2012

LA DROGADICTA


       No tiene ni veinte años
       la pobre de Guillermina,
       y vive de los engaños
       que le da la cocaína.

       Por la vida marcha sola,
       perseguida por fantoches,
       que la rondan cada noche,
       a la luz de una farola.

       No tiene Tierra, ni Cielo,
       no tiene paz, ni salud,
       ha perdido todo anhelo…
       está clavada en su cruz.

       Todo su logro es la droga,
       no hay mejor premio, ni suerte,
       y pendiendo de esa soga
       va jugando con la muerte.

       Su cuerpo está de rebajas,
       su alma no tiene moral,
       está en sus horas más bajas…
       por el “mono”, que es su mal.

       Con la mano busca esquinas
       en el bolso de franela,
       por hallar la “papelina”,
       que la da el polvo en que vuela.

       Que es el vuelo del maldito
       con zancadas en las nubes,
       donde a veces cree que sube…
       para encontrar solo un grito.

       La jeringa es el amante
       al que idolatra amorosa,
       cuando la dosis calmante
       llega a su vena ruinosa.

       Mil luceros, mil estrellas…
       mil basuras combinadas,
       la dibujan cosas bellas…
       que al poco quedan en nada.

       Una cuchara, un chisquero,
       una goma y un pitillo,
       una mirada sin brillo…
       es decir… su mundo entero.

       Con la cabeza de lado,
       con una aguja clavada,
       está en el suelo tirada …
       Guillermina ha descansado.

       Encontró su “colocón”
       con un éxtasis final,
       en su valle de “amapolas”…
          
       Hoy bajo aquella farola,
       hay otra niña en cuestión,
       que al igual que Guillermina…
          
       juega con la cocaína…
       que es juego de perdición.

       Tinuco

3 comentarios:

Otro pensador dijo...

Bufff.... Impresionantes estos versos que, más que de un genial poeta, parecen hechos por un gran pedagogo, por su carga emocional y carga terapéutica.
Felicitaciones al poeta.

Elvira dijo...

Solo alguien con un corazón como el de Agustín ha podido escribir algo así, tan real al leerlo como por desgracia lo es al verlo. Ojala alguien a quien le tiente ese fantasma asesino llegue a leer este poema...tal vez después tire la papelina, la jeringuilla y todo lo demás y le agradezca al poeta el haberle hecho ver con tanto realismo la cruel verdad. Gracias Agustín.

Unknown dijo...

Maravilloso blog.
Parecen los clásicos traídos a nuestros días.
Por lo visto la humanidad sigue conformando una sociedad dudosa y plena de tendencias a evitar soluciones a largo plazo.
Mientras siga todo en base al dinero, difícil que cambie.