Eran tres, que aún lo son
y por tiempo lo serán, cada uno es campeón
y hacia la montaña van.
Son jóvenes jubilados,
airosos cual viento sur,
empujados al albur
por sus sueños más dorados
Es temprano y es Agosto,
que aquí llamamos “tardío”,
la mañana acalda fríos
por los senderos angostos.
Llevan fijo en la memoria
la dirección a seguir,
que es a la cima subir
para culminar su gloria.
Llevan botas y bastón
y el ánimo en bandolera,
gracia y salero por fuera
e intendencia en el zurrón.
Es costumbre en la montaña
que en este tiempo la niebla,
a ratos pinta tinieblas
y la visión enmaraña.
Mas su brújula interior,
da visos a su camino,
pues basta un tejo o un pino
para ser “giso” a favor.
Los acebos se jalonan
a orilla de unos hayales,
donde un regatuco entona
el caer por peñascales.
Bajo unos robles hay setas,
más allá escalambrojos,
y entre el espinoso tojo
se ha escondido una jineta.
Ven a un venado bramando
y a un jabalí a la carrera,
a cuatro cuervos volando…
y aquello, ¿qué fue?¿qué era?
Ya hay castaña “escalentía”,
también bellota de encina,
y encumbrando una colina…
¡cuánto ayuco!¡madre mía!
¡Que paisaje desde arriba!
hay que estar allí “pa” verlo
y poder lanzar un viva
por disfrutarlo y tenerlo.
Sensaciones que te elevan
a sentir dones de dioses…
luego una “foto” con pose
y con la sonrisa a prueba.
Por la tarde la bajada,
donde aflora el comentario
de ese día extraordinario…
que hace echar una cantada
¿Verdad que sí… José Luis?
¿Qué respondes… tú Javier?,
da José tu parecer…
ahora que estamos aquí
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