En una mina de sardinas,
una piedra de chisquero se cayó,
de veinticinco que éramos,
solo quedamos...
veintitrés, mi hermano y yo.
Tío Benitón tenía cuatro gatos
y los hacía bailar en un plato.
Y por las noches les daba turrón
y una copita de anís y de ron.
La clara estaba llorando
y la yema dando gritos,
eso lo estaba contando…
un huevo que estaba frito.
Y es que cuando el rabel canta
lo que no tiene sentido,
lo va acaldando el oído
y la oreja no se espanta.
Pues con música bonita,
alegre y chirigotera,
pita, pita, pita, pita…
y se dice cuanto quiera.
Y de eso se han dado cuenta,
los “mitineros” cuentistas.
que son quien nos representan
con frases malabaristas.
Dicen que te van a dar…
y seguro que te han dado,
justo lo que te han quitado,
más lo que te han de quitar.
Pero lo dicen bonito
que hasta parece verdad.
Que con rabel rabelito,
una guerra suena a paz
Que el que manda… mangonea,
porque ese es el quid del rollo,
hacerte que te lo creas
y ellos a vivir del chollo.
Y mientras los que bailamos
y seguimos la batuta,
aunque las pasemos “putas”,
luego vamos y votamos.
Y la mina de sardinas,
y el gato de Benitón,
y el huevo de la gallina…
se queda hecho un borrón.
Pero el rabel continúa,
rúa, rúa, rúa… ruaaar,
y así con el rúa, rúa…
pues nos la van a “clavar”.
Tinuco
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