viernes, 15 de enero de 2016

MARINERO DE ALTA MAR











Allá por los caladeros
de esos mares tan lejanos,
la marinería faena.
Curtidas tienen las manos
de manejar los aperos
con menos gloria que pena.

Ya han recogido las mallas,
pródiga fue la captura,
los rostros muestran sonrisas,
pero hay un cambio de brisa
que anuncia allá en la raya
mal trazo de singladura.

Ya baten bravas las ondas,
llega fuerte marejada,
la costa no se divisa,
una nube negra ronda
y se queda allí encallada,
como una mala divisa.

Unas luces a lo lejos,
que llegan por occidente,
vienen haciendo alharaca.
Son rayos en sus espejos
que se vuelven coincidentes
cuando el trueno da su traca.

Desde la popa a la proa,
incluida hasta la quilla,
y de babor a estribor,
puede escucharse una loa
que aunque frenética chilla,
es un gran ruego al Señor.

Ahora la lluvia se excede
y el viento en su acrecentar
crea fuertes remolinos,
y aunque el barco no puede,
el marino ha de encontrar
en esa mar… un camino.

Como una ninfa sin alas
va el barco sin sextante
y a punto de naufragar
es juguete entre las olas,
que le golpean incesante
con la intención de quebrar.

Ya todas las inclemencias
abaten plena la escena
sin ninguna compasión.
La muerte es una evidencia
que llena el alma de pena
y de miedo el corazón.

Cruje toda la crujía,
rechinan los ataderos,
el caos clama poder,
la noche eclipsa al día
y es tan fuerte el aguacero
que solloza en su llover.

Pero el afán marinero,
junto con rezos silentes
y de Dios la gran bondad,
el mar pierde su estridente
y amaina todo su fuero…
mostrando el iris de paz.

Lo que fuera rudo ruido,
con sus azabaches sombras
entre ovilladas centellas,
es dragón que ha sucumbido,
transfigurado en alondra
que vuela hacia las estrellas.

Hay que buscar la bahía
que los acerque al hogar,
abrazar a sus familias,
ofrecer una homilía
esperando que otro día…
puedan volver a navegar.

Tinuco

1 comentario:

Marinero dijo...

Muy bonito y real.