Tengo que decirte Cristo
y de la forma más clara,
como soy…dando la cara,
que la tuya yo no he visto.
Y tú sabes, no lo ignores,
lo que se dio en su momento,
cuando contigo fui atento
y te ofrecí mis amores.
Nunca nada te pedí,
ni quise que me quitaras,
pero… ¡ay pobre de mí!
me diste sí, con la vara.
Con la vara de tu poder,
que es poder que no controlas,
pues dejaste mi alma sola...
y no lo puedo entender.
Y ahora quieres que te rece
y te comulgue en la misa,
piensa despacio, sin prisas…
piénsalo si lo mereces.
Sólo me has dado castigos,
pena dura y desazón
y me has roto el corazón…
¿cómo puedo ser tu amigo?
Y no intento darte guerra,
ni quiero quitarte paz,
quédate en tu Eternidad
y déjame a mi en la Tierra.
Y cuando muera algún día,
sea en verano o invierno,
no digas que me querías…
deja que vaya al Infierno.
Porque así tendré el consuelo,
que es el que me ha de quedar,
de verte por mi llorar,
hasta que inundes el Cielo.
Tinuco
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