Por lo que vi y lo que veo,
por la costumbre arraigada,
por el que no digan nada
la celebro… siendo ateo.
Pero lo hago a mi manera,
sin el árbol y sin Belén;
¿en compañía de quién?
pues de mi Fe verdadera.
La que me habla al oído,
serena y francamente,
la que me muestra indulgente
que no todo está perdido.
Porque mi alma es impecable
y de ello soy bien consciente,
con mis dudas permanentes
que me hacen ser falible.
Pero a gusto estoy de ser
pues tal y como así soy,
(y si ál cielo yo no voy…
pues, ¡¡qué le vamos hacer!!)
Pero pasad a mi hogar,
(que por cierto hoy lo he fregado)
podéis probar mi guisado
y hasta os podéis calentar.
En una lumbre hogareña,
que es igual que un Belén santo,
alimentada con leña
que yo pico mientras canto.
He aquí el villancico
donde el “árbol” se perfila…
y pasad, sin guardar fila
que lo que guiso está rico.
Pues más que el Niño Mesías
quiero ser los Reyes Magos,
con el único halago
de desearos buen día.
Por el motivo que sea,
si no venís… que así creo,
os quiero aunque no os vea,
que lo cortés… no es ateo.
Mas no creo en La Navidad
de las luces de neones,
ésa que rifa millones…
pero al pobre no da paz.
Ni en retóricas de curas
y ni en liturgias añosas,
me basta con la hermosura
de lo bello en cada cosa.
Os dejo… pues oigo el pomo sonar…
es Dios… y de inspección.
Y con la posible intención
pues de venir a cenar.
Y algo tengo preparado…
un guisado de ternera,
el de ayer, que me ha sobrado
y para postre una pera.
Quiere como protestar,
en los ojos se lo leo,
y no porque sea ateo…
creo esperaba caviar.
Pero en mi casa no hay lujos
y de lo que hay se come,
se lo dije sin tapujos
y me dijo: ponme, ponme.
Ya terminada la cena,
hablamos de todo un poco,
como buenos camaradas,
y al marcharse a la alborada,
en sus ojos yo le leo,
me daba la enhorabuena
por tener mucho de loco
y más bien poco de ateo.
Lo sé bien porque me dijo:
¿Qué pintan esas figuras
que he visto en ese rincón?...
un buey y una burra,
un pesebre y portalón.
A mi Madre que es María
y a mi Padre que es José
y a un niño… que diría
pues, que es Dios en un Belén.
¿Y esos pastores, molino y río
y esa estrella coqueta?...
Me has descubierto… Dios mío…
lo tengo para mi nieta.
Un angeluco inocente
que Tú has mandado del Cielo,
y yo te pago el presente
por gracia de ser abuelo.
Y no quiero interferir
en darle a Yaiza otra idea,
porque quiero que ella sea
como haya de decidir.
Y se rio muy burlón
y, dijo: Tinuco… creo
que tú eres más campeón
que lo que dices de ateo.
Y allí cantando quedé
villancicos a capela,
y traguco que te cuela…
mientras hacía el Belén.