Las flores ya se han dormido
por los páramos callados.
Y en el roble deshojado
se ven los restos de un nido.
Sedientos van los regatos
y los helechos marchitos.
Se han agostado los matos,
no cantan los pajaritos.
Los lobos están aullando
muy tristes y lastimeros,
pues vacas, yeguas, corderos,
en el valle están pastando.
Los senderos, las veredas,
las camberas, los caminos,
juegan con la polvareda,
las hojas y remolinos.
La escarcha pone cristales
entre lajas y entre rocas.
La bruma borra postales,
y el acebo se retoca.
Presiente el ciervo el invierno
de blanco y fino sayal,
y frota sus grandes cuernos
en el silencioso hayal.
Y abajo en el caserío,
sale humo en la chimenea.
Y una moza con gran brío,
a unos mozucos vocea.
La tarde ya ha recogido
su moño de la otoñada.
La sierra al quedar callada
deja paso a unos ladridos.
Viento del norte muy frío,
noche, estrellas y la luna.
Y un niño llora en la cuna
mientras lo mece el tardío.
Autor: Tinuco
Ilustración: José Luis
viernes, 5 de noviembre de 2010
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