Hijo eres,
padre serás,
tal como fuiste…
eso tendrás.
El padre al hijo contaba:
Cuando eras pequeñito,
papá, papá me llamabas…
y otras veces papaíto.
Velé tus sueños con nanas,
soñando tu porvenir,
así he logrado reunir…
por cada noche… una cana.
Ángel de la Guarda fui,
de cada caso pendiente,
mostrándome persistente
para que fueras feliz.
Tus risas eran las mías,
mi dolor… si tu llorabas,
y a veces si te caías…
eso me sobresaltaba.
Aún veo tus pasos primeros,
que eran para mí zancadas,
y tus gestos zalameros…
que te premié con palmadas.
Tus palabras no entendibles,
tus muecas y tus “pucheros”,
cuando te ponías terrible
y al comer decías : “no quero”
El primer día de escuela,
el día de tu Comunión…
¡los catarros , varicela,
anginas y sarampión!
Los “cumpleaños feliz”
lo de Pérez ratoncito,
¡era todo tan bonito…
que lo llevo aquí… aquí!!
Cuando empezaste a fumar…
y lo que yo te reñía,
cuando ya ibas a “ligar”…
y lo tarde que venías.
Y con rapidez creciste
y al poco te enamoraste,
un buen día te casaste…
y ya de casa te fuiste.
Ahora tú ya hijos tienes,
que para mí son los nietos,
que son gloria de mis bienes,
en un círculo completo.
Pero han pasado los días
y a mi vejez he llegado,
con achaques y manías…
pero atento y a tu lado.
Ahora me he vuelto niño
y necesito atención,
me hace falta tu cariño…
y un poco de comprensión.
Mas en tu rostro yo veo
marcada preocupación,
y en la mirada te leo
que fraguas una traición.
Estás contigo enojado,
estás nervioso y en vilo,
porque tienes ya pensado…
encerrarme en un asilo.
Pero… para mí serás
aquel hijo pequeñito,
que me llamaba papá
y otras veces papaíto.
Tinuco
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