Cuando las lágrimas resbalan
por las fibras de nuestro dolor,
eso son instantes que avalan
perfectos momentos de amor.
Pues es una entrega que damos
de una espontánea manera;
la esencia que dentro llevamos,
manantial de fe verdadera.
En cada gota fluye un mar
con olas de gran sentimiento,
batidas por el sufrimiento
que nos eleva a un gran altar.
Es un involuntario gesto
que se desprende de razones,
ya que él sigue sus emociones
y las pone de manifiesto.
Es una entrega pura, total,
son las perlas del desconsuelo;
el indescifrable ventanal,
donde un lloro nos lleva al Cielo.
Dejemos cuando acontezca
que nuestras lágrimas resbalen,
dejarlas, que Dios las mezcla
y sabe muy bien porque salen.
Tinuco
jueves, 10 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario