martes, 1 de diciembre de 2009

LA INVERNADA

Ya se han revuelto los vientos,
ya se enfadó el vendaval.
La nieve ya le da tientos
al haya y al acebal.

Las nubes que en vuelo lento
descargan su chaparrón,
con el rayo hace esperpentos
y con el trueno su son.

Se queda el bosque aturdido,
se pone el río farruco,
ni canta el sapo, ni el cuco,
ni el ciervo da su berrido.

Hasta el roble retorcido,
pierde ramas sarmentosas,
las rocas quedan medrosas
y el entorno compungido.

Hasta la aldea se atora
y se recoge contrita,
porque es el tiempo el que dicta
el devenir de esta hora.

Hasta el vaho en las ventanas
pone visillos de frío,
la abuela dice:¡Dios mío!.
Amen dice la mañana.

Tan solo la lumbre canta
con la canción del calor.
Una nube se levanta...
y el sol sale con amor.

Y la invernada se pliega
en la doblez de su estío,
y hay ratos que se doblega
y en otros dobla sus bríos.

Es del invierno el espejo
que se mira en su destino,
y que sigue su camino
a paso lento del viejo.

Con un halo de tristeza,
que percibe el alma hermosa,
que sutil y silenciosa
sabe que es Naturaleza.

Tinuco

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