jueves, 24 de diciembre de 2009

PENSATIVANDO (vaya un gerundio que me salió aquí).

Tal y como pasó, así os lo cuento:

En un valle de Cantabria, en una casuca junto a un río, las siete de la tarde, con el cielo de color de panza-burra y una fina lluvia poniéndole tristeza al paisaje, que aterido ve llegar la Noche Buena, un tal Tinuco ya entrado en años (pero con algunos redaños), tiene la luz de casa apagada (como su moral), no ha prendido ni la chimenea de leña, ni la calefacción.
Está sentado en un sofá, por cierto bastante raído y todo lo que le rodea, es el continuo tic tac de un cabrón de reloj, que marca un tiempo que se acaba.
Piensa en cosas, las analiza...y las acepta (y que remedio).
Como no tiene otra cosa en que dar, se pone a hablar con Dios..y ya está armada la trifulca.
Dios es de derechas a tope, vamos como Pedro (ya sabéis a que Pedro me refiero, que no le he puesto el San, delante).
Por ser Dios, también es muy religioso y como acaba de nacer, pues como los niños chicos, se pone a ratos un poco empalagoso.
Total que empezamos la charla y la empezamos mal, pues cuando le digo, lo que le digo, se me cabrea y me comenta éso de que Dios lo da y Dios lo quita.
Loquito me empiezas a poner a mí, le respondo, ¿qué coño es eso de lo que ahora das luego lo quitas?, pues no lo des y quedas mejor.
Me empezó a poner mala cara y pareció que iba a echar un taco, pero se contuvo.
Nos miramos de frente, como dos pistoleros en el Oeste...pero no desenfundamos. Hubo un silencio... que se podía oír.

Mira Tinuco, dijo Dios (esto creerlo a pies juntillas), cierto es que te he quitado demasiado, hasta la Fe , le respondí yo.
Calla y escucha, volvió a decir. Ya lo hecho, hecho está, pero te habrás dado cuenta que últimamente, aunque no vas ni a verme a Misa, te estoy tratando bastante bien, a pesar de haber sido un "rojillo", de tus pecados sobre el sexto mandamiento...
¿Pero qué dices (dije yo), si no me como una "rosca"?
Cierto, cierto, pero piensas mucho sobre el tema y ya ves como te levantas por la mañana...
Hasta que meo, Señor...hasta que meo.
Siguió diciendo: No me quieres, no me respetas mucho y no me tienes miedo, eso es soberbia.
Te quería y quisiera quererte, te respeto, pero no me caes bien y miedo..miedo ¿por qué?, no dicen que eres infinitamente de todo infinito...¿Me vas a pegar?
¡¡Cállate y déjame hablar!!.
Dijo Dios.- Ya ves que te he dado salud, que hasta has engordado 6 kilos, tu hija te quiere, y has conseguido hacerte querer por un montón de amigos...todos mejor que tu.
Bueno..bueno, ahí si tienes razón, contesté yo.
Y zaaassss, se fue y me dejó con la palabra en la boca... ¡que modales!
Me dejó "pensativando" y empecé por dar la luz de casa, prendí la lumbre de leña y hasta la calefacción.
Había pensado no hacer cena de Navidad, solo para fastidiar a Dios, pero... ¡¡hostias!! si el único fastidiado sería yo.
Pues ¡hala!, me puse a guisar una cabezuca de cordero y unas asadurillas y acompañado de un vino (Protos) y trago va y mordisco viene.
A una vuelta sabía que Dios se estaba sonriendo, así que solo para fastidiarle, levanté la mano izquierza y cerré el puño...pero no canté la Internacional...¡canté un villancico!

Tinuco

No hay comentarios: